Grosso modo, y según cuenta la leyenda, cuando venían a atacar la fortaleza de HohenSalzburg, los que la habitaban solían pasear a un toro al que pintaban cada día de un color diferente para hacer ver que no tenían carencias de alimentos y que todavía podían hacerle cara al enemigo. Y este es el toro que, dentro de la fortaleza, representa aquella tradición de antaño.
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